19 de marzo de 1812, oficina de la secretaría de Cortes, Cádiz.
—¿Por qué me estás apuntando con esa pistola, Juan?
—Te digo, por las buenas, que has de quemar esos papeles que has traído.
—Son mis Diarios —levanté la carpeta—. ¡No puedes pedirme tal cosa!
—Ahora somos diputados de las Cortes —subrayó él—. Acabamos de jurar la Constitución.